La Ciencia Abierta y la Ciencia Ciudadana son dos conceptos relacionados que han ganado popularidad en los últimos años. Ambos movimientos pretenden democratizar la investigación científica y hacerla más accesible, transparente y colaborativa. Sin embargo, difieren en su enfoque y alcance.
Ciencia Abierta (‘Open Science‘) es un movimiento que pretende que la investigación científica sea más transparente, accesible y reproducible. De este movimiento ya hemos hablado bastante en este blog y ya sabemos que se apoya en los principios de datos abiertos y acceso abierto a la información: poner los datos de la investigación a disposición del público para que cualquiera pueda acceder a ellos y reutilizarlos junto con el acceso abierto a las publicaciones de forma gratuita. También es importante la metodología abierta que hace hincapié en hacer transparente el proceso de investigación, lo que incluye proporcionar descripciones detalladas de los métodos y protocolos de investigación (los planes de gestión de datos tienen aquí su papel).
Ya sabemos que uno de los principales beneficios de la Ciencia Abierta es el aumento de la colaboración y la innovación. Al hacer públicos los datos y los resultados de la investigación, los investigadores pueden trabajar juntos más allá de las disciplinas y fronteras geográficas para hacer avanzar el conocimiento científico. La Ciencia Abierta también hace que aumente el impacto y la relevancia de la investigación porque el público objetivo es más amplio, En general. ayuda a garantizar la calidad y reproducibilidad de los hallazgos científicos haciendo más transparentes los métodos y datos de investigación.
A su lado, quizá como hermana pequeña para los que formamos parte de la comunidad científica, está la Ciencia Ciudadana. Este movimiento implica la participación de «no científicos» en investigaciones. Se basa en la idea de que cualquiera puede contribuir al avance científico, independientemente de su educación o formación. Los proyectos de Ciencia Ciudadana pueden abarcar desde tareas sencillas, como la recogida de datos sobre avistamientos de fauna o pautas meteorológicas, hasta actividades más complejas, como el análisis de datos científicos o el diseño de experimentos. En España, uno de sus mayores promotores es Joan Subirats, el ministro de Universidades, para quien «los ciudadanos actúan voluntariamente como «sensores» a través de la colaboración científica con herramientas al alcance de todos, recogiendo datos a través del teléfono móvil u otro tipo de dispositivos«.
Para ser un movimiento actual, resulta curioso que los orígenes de la Ciencia Abierta se remonten al siglo XIX, cuando naturalistas aficionados y observadores de aves empezaron a recopilar datos sobre las poblaciones de animales salvajes y las pautas migratorias. El movimiento moderno surge gracias al desarrollo de las tecnologías digitales y los medios sociales que han facilitado enormemente la participación de las en proyectos de investigación científica. Uno de sus principales beneficios es el aumento del compromiso público con la ciencia. Al implicar a «no científicos» en proyectos de investigación, la Ciencia Ciudadana ayuda a aumentar la comprensión pública de los conceptos y métodos científicos. También sirve para abordar cuestiones científicas que no pueden responderse con los métodos de investigación tradicionales, como el seguimiento de los cambios en el medio ambiente durante largos periodos de tiempo o el estudio del comportamiento de los animales en sus hábitats naturales.
Ciencia Abierta y Ciencia Ciudadana comparten el objetivo común de hacer la investigación científica más democrática y accesible, pero difieren en su enfoque y alcance. La primera hace hincapié en la transparencia, la colaboración y el acceso abierto a los datos y resultados de la investigación, mientras que la segunda implica la participación de no científicos en proyectos de investigación científica. Eso s`´i, coinciden en tener el potencial de transformar la forma en que se lleva a cabo la investigación y de mejorar la calidad y su impacto en la sociedad.
Hay muchos ejemplos de proyectos de Ciencia Ciudadana que han conseguido implicar a muchas personas en la investigación científica. Ahi está, como si de tripulantes del buque Beagle se tratara, el proyecto eBird del Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell que invita a los observadores de aves a compartir sus anotaciones online, creando así una gran base de datos de avistamientos de aves que los científicos pueden utilizar para estudiar las poblaciones y sus patrones de migración (muy volátiles en los últimos años a causa del calentamiento global).
Otro ejemplo es la plataforma Zooniverse, que permite participar en una gran variedad de proyectos de investigación, desde la identificación de galaxias en imágenes de telescopio hasta la transcripción de documentos históricos.
La Ciencia Ciudadana también ha desempeñado un papel importante a la hora de abordar retos globales como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Por ejemplo, la plataforma iNaturalist. Lo que sí está claro es que la pasión por el naturalismo no decae.